Nuestra Maruja más viajera y solidaria debutaba en la mítica distancia del Maratón.
Así nos cuenta Tania su experiencia:
Hoy ya si!! Podemos decir que las Marujas
de la sub-élite (Luisa, Esperanza, Conchi y la que escribe) y afectados (Maria
Teresa y JJ) hemos completado este gran reto: la Zurich Marató de
Barcelona.
Después de largos meses de
entrenamientos al free style, y lo digo sobretodo por mi, sin faltar las
tiradas largas que hacíamos todas juntas, llego el gran día de agarrar al “toro
por los cuernos” y plantarle cara por fin.
Salimos todos desde el Hotel Coronado
después de las fotos de rigor y con un día espléndido pero fresco, que había
dejado la lluvia del día anterior.
Íbamos plastificados hasta el higadillo con chubasqueros, dirección a la
Plaza de España, donde cada uno ocuparía su cajón.
Nos separamos de la élite
del grupo de a “tresquinse”, algunos un poco perjudicados del estómago, por
los correspondientes nervios del momento... ¡pero sabíamos y confiábamos que
dejarían el pabellón bien alto!
Con los deberes hechos, engullida la
pastillita de aminoácidos y sales minerales, con los esfínteres vacíos, nos colocamos en nuestro cajón
rosa. Como no, Espe, la más internacional de nuestras integrantes, hizo una
amiga francesita, con la que intercambio unos “palabros”. Entonces, dieron
salida a cada uno de los cajones por separado,
un despliegue de música y serpentina colorida, ¡¡la fiesta empezaba
yaaa!!
Imposible perderse o te dejabas llevar
por el sonido envolvente de las
batucadas o por la línea azul continua marcada hasta el km 42,100. Los avituallamientos perfectos, cada 2 km
había uno, con agua, isotónico, fruta, frutos secos…
Pasamos por los edificios más
emblemáticos la eterna obra... la Sagrada Familia, la Catedral de Barcelona,
Torre Agbar, Colón, Paseo Marítimo... sin olvidar algunos monumentos del cuerpo
de bomberos de Barcelona que quitaban el hipo. Mientras la Espe tuvo que hacer varios parones, como
no, para eliminar tanto líquido, y en una de esas casi se nos pierde el pobre
JJ, que retrocedió varios kms para buscarla.
Maria Teresa y yo seguimos un poco más
adelante, y el resto de Marujas y JJ se quedaron un poquito más rezagados.
Los kilómetros pasaban, los dolores nos
acechaban, y la gente empezaba a verse perjudicada. Algunos de estos se
descolgaban de la manada, extenuados.
Entonces llegamos al último tramo de la
carrera, el cansancio hacia mella en nosotras, pero nos quedaban los últimos
coletazos de esta gran prueba. Todos los dolores aparecían, ni que decir el
estreno de zapatillas... ¡que se lo cuenten a Luisa!
Todo el esfuerzo se vio recompensado por
la entrada a meta que tuvo como colofón la medalla de la Maratón de la ciudad
condal.
Sin duda, todas coincidimos, que es una
experiencia única y muy recomendable para los que somos aficionados a este
deporte... y yo que debutaba, estoy encantada de haberla compartido con
vosotras/os, ¡¡Mil gracias!!
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