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martes, 8 de septiembre de 2015

El origen de laPresi



¡Cómo pasa el tiempo! Esta semana hace once años que empecé a correr. Hasta ese momento mi experiencia en ese mundo se había limitado a acompañar al jefe en las carreras, vamos que hacía de "perchero": "guárdame el chubasquero, quédate con las llaves..." me decían unos y otros y al final cargada y sin poder moverme.
En esos domingos de carreras yo me había hecho mi grupito de amigas con las que tomábamos café mientras nuestros chicos competían. Me gustaba el ambiente, pero a mí no se me había pasado por la cabeza el estar algún día en línea de salida con un dorsal. 
Pero mira por dónde a Maite se le ocurre ponerse a correr, yo decido empezar a caminar, todos piensan que la siguiente iba a ser yo. Me hago de rogar, no me veo corriendo les digo que si no voy a ser capaz, que no voy a saber respirar, vamos todas esas excusas que tenemos todos antes de decidir ponernos a correr. Hasta que un día a principio de septiembre del 2004, el jefe me dice que con lo rápida que voy andando el correr es sólo hacer un poco más de esfuerzo, consigue convencerme, eso sí antes le digo que si lo paso mal o veo que con dolores, lo dejo. Así que empezamos  a entrenar, aún recuerdo ese primer día en el que las distancias las medimos en farolas, una farola, dos farolas y descanso, caminamos y volvemos a empezar. Me doy cuenta que no es tan difícil, antes de acabar  la semana ya era capaz de darle dos vueltas a la Ciudad Deportiva de Elche, 3kms en total.
Había que buscar nuevos retos, el jefe decide que ya estoy preparada para “ir de excursión”  me dice al empezar la siguiente semana de entrenamientos que vamos a ir hasta el Puente del Ferrocarril y claro está tendríamos que volver, en total poco más de 6 kms. Me asaltan las dudas, me quejo, creo que no voy a ser capaz de hacerlo sin parar, el jefe me dice que no me preocupe que lo voy a conseguir, y lo consigo de un tirón. Viendo que progresaba adecuadamente, enseguida me vi inscrita en mi primera carrera, en Crevillente el cross de la Salud, a ella me acompañaron también Alberto y Maite. Llegamos a Crevillente y al jefe se le ocurre la feliz idea de enseñarme el recorrido, madre mía las cuestas me parecieron una montaña rusa, me dije a mi misma que sería la última en la carrera pero que iba a merecer la pena probarme a mi misma.
Por supuesto me costó muchísimo esfuerzo llegar a meta, lo mejor es que no lo hice sola llegué acompañada del jefe y mi querida Maite. Al terminar me di cuenta que no había sido para tanto, que   me lo había pasado genial con mis dos acompañantes, que no me dejaron en ningún momento y que no permitieron que yo llegase la última.
Unas semanas después hice mi segunda carrera, esta vez el cross de Rojales, volví a correr acompañada de Maite, seguían las buenas sensaciones, ya me di cuenta que esto me gustaba y no lo iba a dejar, pero las circunstancias mandan y tuve un parón.
Al año siguiente, en septiembre retomamos la cuenta de farolas (a ver si estaban todas) y en octubre me dice el jefe si quería correr en la media de Benidorm, ¿llevo solo un mes entrenando y ya me propones una media?, le pregunto, me contesta que ya soy capaz  de correr 15 kms sin pararme,  además tenemos un mes y medio para poder ir alargando los entrenamientos. Dicho y hecho,  con 40 años me vi el último domingo de noviembre poniéndome mi primer dorsal de media maratón, contentísima por que fuese en esta ciudad tan importante para mí. No puedo decir que lo pasara bien,  vi el famoso muro del 18, encima me pasé la mitad de la carrera llorando, mientras pasaba por las calles en las que había pasado mi niñez. Acabamos en 2:14, más o menos en buenas condiciones.
Después vendrían la media de Santa Pola, de Orihuela, etc...  Y me entró las ganas de probarme en distancias más largas, le digo al jefe que quería hacer un maratón. Él muy serio me contesta que muy bien, pero que antes tendría que ganar peso, como mínimo tres kilos. Le contesto que vale, que fuese buscando que yo los ganaba es dos meses, y eso hice ganarlos más medio kilo de regalo, me hinché a bollos, me lo tomé tan en serio que hasta mis compañeras de trabajo me prohibieron salir a almorzar con ellas. Una vez superada la primera prueba, empezamos con la segunda, el entrenamiento,  del que tengo muy buen recuerdo, no tuve la sensación de sufrir mucho y del que me quedó bien claro que odiaba hacer series.
Y llegó en febrero del 2008, mi debut en maratón, que acabé en 4:45, acompañada como siempre del jefe. Aún me acuerdo de mi entrada en el Estadio Olímpico de Sevilla, dónde nada más pasar la línea de meta me senté en un bordillo a llorar diciéndole al jefe que no volvía a correr un maratón en mi vida. ¡Qué poco me duró el berrinche!  Cuando se me pasó ya le estaba pidiendo al jefe nuevos retos y más distancias.
Así llegaron las carreras de montañas y las ultras. Hoy después de 11 años, sigo con la misma ilusión que el primer día, me gusta salir a entrenar con mis compis de fatiguitas. Me gusta de vez en cuando ponerme un dorsal y sentir como me sube la adrenalina,  no seré la más rápida ya que soy bastante indisciplinada con los entrenamientos, yo me conformo con tener fuerzas para poder acabar cada uno de los retos que nos planteamos. Me doy cuenta que este deporte me ha  aportado muchas cosas, el poder compartir con mi chico la misma afición, aunque a veces me ponga muy cansina.
La cantidad de amigos que he conocido, y con los que comparto muy buenos momentos, mis Marus, nuestros afectados. Me gusta correr, me encuentro fuerte, me ayuda a despejar la mente, me siento más paciente, le doy a las cosas la importancia que realmente tienen y además me siento fenomenal...

A lo largo de estos 11 años me han pasado un montón de anécdotas: al principio cuando me encontraba con las madres de mis amigas, estas me paraban para reñirme, según ellas estaba demasiado delgada para hacer deporte. O cuando fui mi primera media de Orihuela y escuché la conversación de dos corredoras, éramos 4 veteranas A, creo que alguna veía peligrar su copa por mi culpa. O en una media de Almansa que oímos a una niña decirle a su padre muy enfada  mientras me señalaba  “me habías dicho que no podían correr niñas y mira”. Y algunas menos agradables, como cuando un tonto me gritó que me fuese a  mi casa a barrer, menos mal que de estos hay pocos.

Seguiré corriendo hasta que pueda, soy consciente que llegará un momento en que tendré que tomar una decisión dolorosa, que espero que tarde mucho en llegar. Mientras tanto nos seguiremos viendo entrenado y en carreras.

4 comentarios:

paco dijo...

A ti te pico el gusano pero bien jeje, y que dure la cosa. Un saludico.

ramonet dijo...

Jo que buena biografía Ángela, aunque que tu primera carrera fuera en Crevillente dice mucho de tus entrenadores jajaja

Ángela dijo...

Si me picó bien el bicho. Nos vemos en la bajada. Un saludico

Ángela dijo...

Fueron muy bromistas mis entrenadores. Un saludo.