Llega noviembre, el mes de los Escorpio, personas de pasiones profundas y de cariños soñados, y con ellos la “fiesta” de Todos los Santos.
Es un inicio que se basa en el pasado, en el cariño a los y las que se fueron formando parte de nuestra vida. De la novela que poco a poco escribimos con la razón, pero sobre todo con las emociones, esas juguetonas y rebeldes que se adueñan de nosotros y nos llevan hacia lo profundo, lo antiguo, lo que nos viene del pasado, y que pese a la lucha que padecen con la razón, se imponen y nos hacen sentir, hacer revivir a esos personajes de nuestra novela que no cambian, que son ellos, los que vivían con nosotros, con los que compartimos sonrisas y cariños, afectos, abrazos y besos, besos, esos besos que regalamos como pequeñas porciones de cariño, de cariño profundo.
Visitamos el cementerio, camposanto, donde residen nuestros recuerdos y afloran nuestras emociones, haciéndonos sentir con la vista, los olores a flores, que quieren perfumar a los inquilinos, a esos inquilinos de nuestro corazón que quisimos y que seguimos queriendo. Vamos paso a paso, mi madre, bien, te veo bien. ¿Yo?, ¡bien gracias! Le ponemos las flores, la miramos y hacemos lo mismo con los demás miembros de la familia. Aquí el tiempo se fragmenta, nuestra vida recuerda los momentos vividos con estas personas y estratifica nuestra vida, llegando a épocas casi olvidadas, nuestra infancia, esa época tan espontánea que nos lleno de vida comprimida. Después del repaso atávico, salimos y vamos a buscarlos a ellos y ellas, esos actores que el día a día puso delante de nosotros y que quisimos. Los pasillos franqueados de mausoleos, nichos, cipreses vigilantes y sucesiones de ramos que decoran la casa de las personas que siguen viviendo en nuestros recuerdos y que afloran radiantes, transportadas por las emociones que nos nacen y nos van creciendo hasta cubrirnos con el manto de los cariños recibidos. Afloran esos pequeños recuerdos que rodean a cada uno de los personajes y los identifican, las expresiones, las miradas, las sonrisas, los besos y las caricias. ¡Un buen menú emocional!
Termina nuestro paseo físico y comienza el racional, por una vez emociones y razón hacen una tregua y se unen para dar tributo a las personas que no yacen allí, pero que tienen una habitación en nuestro corazón. Y las abrimos como si quisiéramos ventilarlas, pero lo que deseamos es encontrarnos con aquellos situados en la lejanía, pero que siguen dentro de nuestro corazón. Que no nos han abandonado, ni nosotros los hemos olvidado. Organizamos una fiesta, un baile con los actores que habitan ese hotel llamado corazón, y volvemos a los bellos recuerdos que abrieron esa habitación, que nosotros construimos y decoramos con voluntad y tesón.
Y pasamos de personaje a personaje, de recuerdo en recuerdo, de confidencias en confidencias, y utilizamos jergas casi olvidadas que fueron nuestro lenguaje en la adolescencia y la juventud. Recordamos las sonrisas, las complicidades, los abrazos y las caricias, ¡qué caricias!
Llenos de emociones nos trasladamos en el tiempo hasta nuestro pasado y nos recordamos, sumamos lo pasado y sentimos que hemos vivido con intensidad y sensibilidad hacia los demás. Este sentimiento nos hace valorarnos, darnos cuenta de que las personas que decoran nuestro pasado siguen en nosotros y nosotros en ellos.
Bobby McMilan
Una vez reconfortado el espíritu tenemos que contentar al cuerpo, así que a las 8 de la mañana 5 Marujas Acelerás y el Jefe nos hemos dado una vuelta de 18Km a nuestro rítmo, sin parar de charrar. Os dejo la ruta y el perfil. El sábado que viene (si no se tuerce) a las ocho de la mañana saldremos de la playa del Varadero en Santa Pola, haremos un poco de hambre y posiblemente terminemos en Valverde dándole al "Cardú".
1 comentario:
Hola Marujas
Os ruego entréis en mi blog para apoyar y animar a ERIC TAQUET...la web se muere.
Gracias
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