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viernes, 17 de mayo de 2019

Maratón de Madrid

Esta crónica comienza a escribirse antes de que llegue el día, antes de que ni siquiera comencemos a correr, antes de prepararnos para coger el tren que nos lleve a Madrid.
Porque mirando los mensajes del grupo de Watsapp Maratón Madrid, puedo encontrar más de 10 razones por las que no subir a ese tren, más de 10 palos en nuestra rueda, más de 10 excusas para haber abandonado nuestro reto y comienzo:
  • Convocatoria de elecciones generales el mismo día de la Maratón. Nos adelantan un día la fecha, nos fastidian los billetes de tren, nos volvemos locas para buscar otro hotel para alojarnos un día antes.
  • Pedir permisos en el trabajo, tramitar voto por correo…
  • Convocatoria de elecciones autonómicas
  • Una rotura del quinto metacarpiano (entrenamientos con escayola)
  • Una periostitis tibial
  • Caída en el primer entrenamiento de tirada larga por la sierra de Santa de Pola, con lesiones en rodilla y mano
  • Graves problemas de salud de familiares muy cercanos con ingresos hospitalarios (el corazón en un ay!)
Y seguro que se me olvida algo… (razón tenían mis compañeras que me decían: “apunta esto para la crónica Mª Del”)
Dice el profesor Luis Rojas Marcos, que según los epidemiólogos tocamos a dos adversidades serias por persona y vida, a nosotras se nos condensaron en los cuatro meses de preparación.
Pero la ilusión y las ganas pudieron con todo, en algún momento tuve dudas pero el día 26, las 8 subimos al AVE Alicante-Madrid puestas de chándals de las Marujas Acelerás y una camiseta que nos hicimos para el evento que lo decía todo: MARATÓN MADRID 2019 y nuestros nombres detrás en forma de rueda, rueda sin frenos, “pa lante”.
Y llegamos a Madrid, como un remolino con nuestro jaleo, arrastrando maletas por las calles e intentando seguir el Google maps.
Yo cámara en mano, quería hacer muchas fotos. Fina Mari que era su primera vez en Madrid, ve los leones del Congreso. Foto. En algún momento yo suelto mi maleta y me dispongo a hacer la foto con los leones. Retomamos rumbo y me doy cuenta de que ya no llevo la maleta. Comienza mi carrera por Madrid, empiezo a correr deshaciendo el camino y se me pasan mil cosas por la cabeza: “mi maleta en la puerta del Congreso el día anterior a unas elecciones… Ahora mismo están los Tedax examinándola”, el corazón se me sale por la boca, pero suena el teléfono y me dicen que mi maleta la lleva mi hermana, uf…continuamos.
Llegamos a IFEMA a recoger los dorsales, en grupo todas de rojo, se acercan a nosotras, deben pensar que somos algún equipo olímpico (sub 21), nos regalan bolsas de Benidorm, camisetas de la Maratón de Cuba, medallas de carreras que no hemos corrido, nos fotografiamos con nuestros dorsales con Chema Martínez, con mascotas, con algún conocido, en fin…todavía estando en IFEMA suena el teléfono de Espe, la llaman para trabajar (lo que faltaba).
Pues no va a poder ser caballero, nuestra guardia jurado favorita tiene que correr mañana una Maratón y le pilla lejos.
Regresamos para el centro a comer, embutidas en un vagón de metro, he de confesar que alguna se coló gratis, que quede entre nosotros.
Y llega el gran día, madrugamos y nos tomamos nuestras cosicas para desayunar, en el hotel tomamos un café y nos dirigimos hacia la salida, estamos felices. Hace un día espléndido, el sol pega con fuerza, Madrid está bonito a rabiar. La alcaldesa da el pistoletazo de salida y nosotras salimos juntas al ritmo de la música, llevamos el rock and roll en el cuerpo y saltamos y bailamos, porque nos ha costado mucho estar ahí y lo sabemos, el sólo hecho de realizar la salida ya es motivo de celebración.
Vamos juntas los primeros 12 km, a partir de aquí sé que Conchi tiene un tropiezo y cae, pero continúa y nos alcanza, Gloria y Espe marcan su ritmo disciplinado, Susi pelea contra su periostitis tibial tirando de Reflex, Luisa como una tía dura que es, corre a pesar de lo que le pesa su mano, Fina Mari y Teresa van estupendamente, y yo las pierdo en el momento que… pero no voy a contaros los 42 km, comparto los momentos que recuerdo con sonrisa:
Teresa y yo bailando delante de las bandas de Rock, el momento que vemos a Ali, el paso por el Palacio Real en el momento en que estaban haciendo el cambio de guardia, la llegada al paseo del Prado cuando ya ves la Meta cerca y la gente te dice palabras bonitas que te llevan al final.
He de confesar que a partir del km 33, mis piernas hacían tramos andando porque el recorrido es duro, muchas subidas largas, ya me habían dicho que había elegido mal mi primera maratón, pero ya estaba en ese tramo final en que sabes que ya la tienes y oyes la música y ya no sientes dolor, sino felicidad.
Y cruzo la meta y me abrazo a Teresa y lloro. Lloro porque la emoción me sobrepasa, lloro por la alegría, lloro aliviada, por mí, por ellas, lloro por mi padre, por el tiempo que pasa, por las palabras no dichas, porque el cansancio y el esfuerzo hacen que todo fluya, que nuestras emociones también lleguen a su meta.
El salón de mi casa siempre estuvo lleno de trofeos, eran de mi padre, que fue un gran deportista, un luchador sobre todas las cosas, así que sin saberlo fue mi inspiración, mi reconocimiento y mi admiración es para él.
Lo que nos lleva a cumplir los sueños es nuestro amor hacia la vida y hacia los demás, eso fue lo que también hizo que las ocho llegáramos a la meta, pasara lo que pasara.
Gracias chicas, inolvidable Madrid.
María del Mar Ibarra

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fenomenal 8 de 8 y nuevas MARUJAS ACELERÁS maratonianas, casi ná.